Las Misiones de Fray Junípero en La Sierra Gorda Queretana


Diego Prieto Hernández
Arqueología Mexicana

A la caída de México- Tenochtitlán en 1521, las tribus chichimecas seminómadas, que ocupaban buena parte del norte de la zona central del México antiguo, opusieron una resistencia denodada a la conquista y al sometimiento. Fue así que en 1550 se entabló la llamada Guerra Chichimeca, mediante la alianza de  distintas tribus para hacer frente a los españoles y sus aliados indios. La confrontación se alargó hasta 1591, cuando el virrey decidió suscribir unas “capitulaciones” de paz.

A partir de entonces tuvo lugar un proceso paulatino de desplazamiento, despojo, asimilación, mestizaje y reducción en misiones de una buena parte de los grupos que ocupaban el norte de la zona central de la Nueva España, los cuales progresivamente fueron perdiendo fuerza y presencia. En vista de las características de la zona los últimos reductos de la resistencia chichimeca se confinaron en la Sierra Gorda, refugio natural para los grupos montaraces, que hasta muy entrado el siglo XVIII permanecían al margen del control de la autoridad virreinal, a pesar de los esfuerzos desarrollados por los frailes agustinos, dominicos y franciscanos para lograr la pacificación, la cristianización y la congregación de estos grupos que permanecían en la gentilidad.

Fue entonces que a, mediados del siglo XVIII, El capitán José de Escandón, primer conde de la Sierra Gorda, decidió emprender una campaña de cerco y aniquilamiento de estas tribus paganas e indómitas. Así entre 1742 y 1748 tuvo lugar la expedición militar dirigida por José de Escandón.

Una vez que Escandón impuso su política de exterminio y sofocación delos indios rebeldes, impulso la reorganización de las Misiones y presidios de la Sierra Gorda promoviendo ate el virrey la trasferencia de las misiones agustinas de la Sierra Gorda a los franciscanos.

En 1744 el virrey autorizo la propuesta de Escandón y decidió que el colegio franciscano de San Fernando estableciera cinco misiones en la región, y dio autoridad a Escandón para fundar misiones, remover ministros en la ya fundadas, instruir a los soldados en la Zona y hacer repartimiento de tierras entre su gente. Ese mismo año acudió a la Sierra Gorda el franciscano fray Pedro Pérez de Mezquia para encontrarse con Escandón, a fin de recibir a los agustinos las misiones de Jalpan y Tilaco y formalizar la fundación de las misiones de Concá, Landa y Tancoyol.

LA UTOPÍA JUNIPERIANA
Sin embargo, las nuevas misiones franciscanas, desde su establecimiento en 1744 y hasta 1750 prosperaron poco, ya que los indios remisos se negaban a vivir bajo la imposición de los misioneros, además de que se presentaron brotes de epidemias que diezmaron a la población, circunstancia que se agravo con la violenta represión impuesta por Escandón. Así a la llegada de Fray Junípero a la región el panorama no era muy Halagador.

En el mes de mayo de 1750 Fray Junípero fue nombrado presidente de las misiones de la Sierra Gorda, por el guardián de San Fernando, fray José Ortés de Velasco, para sustituir a Pérez de Mezquia. Así que de inmediato se puso en  movimiento, junto con Francisco Palou, que recibió el nombramiento de subprefecto, y otros diez misioneros franciscanos.        

Junípero y sus seguidores comprendieron de inmediato que su lugar estaba al lado de los indios, de manera que su labor misional se apoyaba en un esquema de cooperativas sociales de ayuda mutua inspirado en los principios de humildad y caridad pregonados por San Francisco. Se trataba de fortalecer las capacidades productivas y de organización de los indios, de modo tal que pudiera defenderse del despojo,  el maltrato y la explotación por parte de los ricos hacendados y las autoridades virreinales.

Junto con las tareas constructivas, de evangelización y de enseñanza de oficios, el padre Serra impulso el reparto de tierras entre los indios, de modo que pudieran sembrar sus propias parcelas, además de trabajar en la misión. No pretendió imponer el castellano; por el contrario, aprendió pame, lengua que utilizaba frecuentemente los actos litúrgicos. De esta manera pudo acercarse a las comunidades con que trabajaba, instruirlas, amarlas y conocerlas.

Las misiones juniperianas constituyeron verdaderos sitios de integración comunitaria, de solidaridad social y de un fructífero encuentro intercultural  que dejo su huella en esas verdaderas joyas del barroco novohispano del siglo XVIII.

Junípero Serra tuvo que dejar la Sierra Gorda en 1758, al ser requerido para atender otras tareas de evangelización, que habrían de llevarlo por distintos rumbos de la Nueva España, sin embargo su utopía comunalista se mantuvo hasta 1770, cuando las misiones fueron secularizadas y comenzó su deterioro y abandono, junto con la desarticulación de las comunidades que las sostenían.

 

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